lunes, 12 de marzo de 2012

El corazón de arena de Mener (II)

Estrenamos semana en el mundo de Aleiea con una nueva entrada; la segunda parte sobre la descripción de Méner, una de las seis naciones que existen en Behemot. La tierra de los tres pilares. 


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 La convivencia con un menereo, seas de la nación que seas, es, como mínimo, difícil de sobrellevar. No es que un menereo crea que es mejor que todos los que le rodean, es que sabe que lo es. En el fondo, si no gana un combate, o no consigue superar una prueba, ha sido porque estaba con la guardia baja, o porque en realidad no deseaba ganar, quién sabe por qué razón. Para los menereos las demás naciones no son lo suficientemente civilizadas ni grandiosas. Setia es un imperio de bárbaros que no veneran a ningún dios, y recibirán su castigo por ello. Raddashay no es más que un pueblo de usureros, y su amor al dinero los consumirá. En cuanto a Salix, son claramente inferiores a una nación estructurada; al fin y al cabo, viven en cabañas en el bosque. Sólo los pergas les merecen respeto, debido a su clara fe en un panteón de deidades, que se manifiestan de un modo que los menereos, en el fondo, envidian.

Y es que los menéreos, al igual que los pergas, poseen todo un panteón de dioses al que adorar.  Dicho panteón está organizado en tres dinastías celestiales, ordenadas por la posición en la que quedaron los dioses tras una guerra que se desató antes de que el hombre fuera creado. Únicamente dos deidades se hallan fuera del orden de las dinastías: Usir, el Gran Río, un dios relativamente moderno;  y Setek, que representa el avance imparable de la arena. Setek es un dios maligno, y como tal fue expulsado de las dinastías durante las guerras celestiales. Pese a ello, su adoración está permitida extraoficialmente. Después de todo, podría tratarse del Dios Benefactor…

Desde niño, un menéreo es educado en el conocimiento los dioses que componen las diferentes dinastías, y cómo se manifiestan mediante cambios en la naturaleza que sólo pueden ser interpretados por los sacerdotes. A la edad de diez años, todo menéreo debe elegir a uno, y sólo uno, de los dioses, al que ofrecerá todos sus rezos hasta el momento de su muerte. Adorar a varios dioses se considera una falta de respeto y una herejía, pues cada dios merece la completa dedicación de un hombre. Pero al mismo tiempo,  dado que cada menéreo es libre de elegir el dios al que adorar, la nación se asegura de ofrecer rezos a todas las dinastías.

¿Son todos los menéreos unos prepotentes incurables? La respuesta es: no...  pero casi. Últimamente está surgiendo una nueva corriente, ligada a la adoración de Usir. Sus fieles creen que es tiempo de que Mener se renueve, así como la corriente del Usir arrastra la suciedad. Sólo olvidando el pasado y abriéndose a un futuro de nuevas oportunidades, la nación volverá a florecer. Estos meneréos son más tolerantes con las otras naciones, y tampoco son partidarios de la esclavitud Nuan. Si bien esta nueva adoración es tolerada por el grueso de la nación (no podría ser de otra forma), sus adoradores no representan sino una mínima parte. La mayoría de los menereos no se identifica con esta tendencia renovadora. La cruda realidad es que los menéreos creen que, tarde o temprano, el Dios Benefactor, sea quien sea, los perdonará, y de nuevo volverán a hacerse los amos de toda Aleiea. 

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